Menta
Perenne:
Aparte de la menta común es posible asimismo cultivar otras variedades como, por ejemplo, el mastranzo, que combina los sabores de la menta y de la manzana, la menta utilizada en las salsas o la menta piperita empleada con preferencia para preparar infusiones. Todas estas especies muestran ligeras diferencias entre sí pero se las cultiva del mismo modo.
Suelo:
La menta prefiere los suelos húmedos; lo ideal es al lado de una corriente de agua. Necesita de la luz del sol para desarrollar todo su sabor aunque soporta una umbría parcial.
Multiplicación y cuidados:
La mejor manera de tener menta es obtener algunas raíces de alguien a quien le sobren. Se colocan horizontalmente en primavera en surcos superficiales a 8 cm de profundidad. No debe recolectarse en exceso durante el primer verano. En otoño hay que cortar a ras la planta y cubrir las raíces con compost. Cuando se multiplican en exceso no hay más que escardarlas.
Si se quiere cultivar algo de menta para el invierno se extraen algunas raíces en otoño, se plantan en una caja de semillero con buen compost y se las mantiene en el interior o en invernadero con algo de calefacción, a unos 16 °C. La menta crece bien en recipientes en interior.
Recolección:
Las hojas se cortan frescas según se necesitan. Si se quieren para secar, se arrancan a mediados del verano antes de que florezcan, pero no después de un chaparrón; las hojas húmedas se ponen negras y se enmohecen. Las hojas de la menta piperita destinadas a preparar infusiones se secan y guardan enteras.